comida…
John se sentó cerca de la ventana y pidió la comida. En el lugar habían varias mesas ocupadas, así que los cuchicheos y una que otra carcajada fueron parte del menú. Después de un par de minutos llegó su sopa, pero cuando intentó probarla lo interrumpió la risa de varios jóvenes. Vio a su alrededor y se dio cuenta de que no eran las mesas, pero el escándalo era exagerado.
Continuó con su platillo y trato de hacer como si nada pasara, pero era como tenerlos a un par de centímetros. Se dio cuenta que el ruido provenía del baño, y fue a ver qué pasaba.
Al entrar se quedó asombrado, no podía creer lo que vio: dos adolescentes se morían de risa porque un anciano ya no se pudo parar del inodoro. Los jóvenes parecían chiquillos, burlándose cruelmente. John sintió que las manos le temblaban, tenía un coraje extraordinario y por un momento imaginó tomar a ese par y darle una lección.
Sin embargo, a pesar de su porte rudo y musculoso, mantuvo la calma. Los chicos no sólo ofendían al anciano con sus risas, también le decían que se apurara, que si no podía levantarse, y golpeaban la puerta del baño, mientras él suplicaba que lo ayudarán.
Se acercó John y le dijo: ¨¿Qué ocurre?¨. El señor, completamente avergonzado, agachó la cabeza y respondió: ¨No puedo ponerme de pie, no tengo fuerzas para hacerlo, necesito mi bastón pero lo olvidé en la mesa¨.
John ni siquiera lo pensó, le indicó que pusiera las manos sobre los hombros de él, y tomándolo de la cintura lo ayudó a levantarse. Luego le subió el pantalón y le abrochó el cinturón. El anciano le dijo: ¨No tienes que hacerlo muchacho, sólo puedes traerme el bastón¨. John respondió que todo estaba bien, que no se preocupara, y le dio un abrazo.
El acto de bondad provocó que el hombre derramará un par de lágrimas, estaba profundamente agradecido. John esperó a que se lavará las manos y lo acompañó a su mesa. Pero las cosas no quedaron ahí. El joven de 1.80 de estatura regresó al baño, tomó a los muchachos de las sudaderas y los puso contra la pared. Realmente molesto les dijo: ¨Escúchenme bien, van a ir con ese hombre y le pedirán una disculpa, o terminarán aplastados por este par de puños¨. Los chicos apenas podían hablar; sudorosos y tartamudeando respondieron que sí.
Finalmente salieron corriendo y John pudo disfrutar su sopa. Esperamos que para ese par haya sido suficiente la lección, y la próxima vez que vean en apuros a alguien mayor lo piensen dos veces antes de burlarse.
Y tú, ¿qué hubieras hecho en el lugar de John?
Dale me gusta a mi pagina del facebook
un cowboy de verdad...
ResponderEliminarel respeto por los demas seres humanos se a perdido en su mayoria y pocos van quedando que hagan lo que hizo john
ResponderEliminar